sábado, 30 de enero de 2016

EL RENACIDO, historia de supervivencia y venganza.

Dir: Alejandro González Iñarritu (2015)


En algún lugar de Norte América y en el invierno de 1820 el explorador Hugh Glass ( Leonardo DiCaprio) se ve inmerso en una huida a vida o muerte junto con un grupo de colonos. Será solo el principio de un viaje que estará marcado por su instinto de supervivencia y de venganza.


             No os cuento más porque merece la pena ir descubriendo la película poco a poco y lo que os he comentado son solo los 5 primeros minutos de una película que empieza de una manera impresionante. González Iñarritu nos vuelve a dejar boquiabiertos con un plano secuencia brutal y salvaje de cortante realismo. Este va a ser el sino de la película desde ese momento. Planos secuencia más o menos largos intercalados con otros más habituales pero igualmente eficaces.


            Es esta una película-experiencia. Un viaje a terrenos inhóspitos y salvajes, más un drama que una aventura. Salvaje es la naturaleza, salvajes son los hombres, salvaje es la fauna, salvaje es el viento, salvaje es el clima. Todo en contra del hombre. El Renacido es una película contemplativa, de bellos paisajes que entran por los ojos y por los oídos, pues el apartado de edición sonora es de una riqueza indescriptible, pudiendo sentir el ambiente o la gélida temperatura.


            Entre medias el director se las arregla para desarrollar una historia protagonizada por pesos pesados como Leonardo DiCaprio y Tom Hardy en "duelo" interpretativo. Por supuesto, la película es perfecta para el lucimiento de Leonardo, el cual compone una actuación intensamente física y emocional, siendo sus lineas de dialogo más bien escasas. En segundo plano tenemos apoyando al elenco a Will Poulter y Domhnall Gleeson.


           Y pese a ser un gran espectáculo, ser un plus para ese espectador que quiere ser sorprendido por algo no visto y ofrecernos unas cuantas escenas que te quitarán el aliento, la película se resiente de su larga duración. Nada más y nada menos que dos horas y treinta y seis minutos que, al igual que le sucede al personaje de Glass, llegan a agotar al espectador, pues se hace muchas veces cuesta arriba aguantar la lentitud con la cual la trama va transcurriendo. No es cuestión de tempo, pero si de quizás haber ajustado un poco la edición de determinadas escenas o planos de la naturaleza en unos veinte minutos menos como mínimo. De agradecer es que el desenlace esté a la altura de los mejores momentos de la película y que lleve implícita una poética ironía.  

La Nota de La Noche.



Ha pesado su duración en la valoración final.

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